Ciencia, mentiras y hermanos gemelos

 "Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja"
(Sófocles)

"Ningún legado es tan rico como la honestidad"
(William Shakespeare)

Hoy toca hablar sobre el fraude en investigación, un asunto que, aunque suene lejano y novelesco, es tan real y cotidiano como la presencia en nuestro entorno de conspiranoicos y terraplanistas. ¿Suena excesivo? Solo en función de dónde situemos la línea roja de lo tolerable; y es que la frontera entre la falta de rigor y la trampa descarada resulta a veces difusa.

Para reforzar mis anteriores afirmaciones podría basarme en el trabajo de Slavovski (2015), quien, en un análisis exhaustivo de la producción científica en el ámbito de la pedagogía durante la primera década del siglo XXI, concluía que un 60 % de los trabajos publicados presentaban irregularidades metodológicas, un 40 % aportaban referencias sin contrastar y un 20 % obtenían falsas conclusiones. Podría basarme, decía, en dicho estudio, pero no lo haré porque Slavovski no existe, la investigación mencionada es falsa y los datos incorporados en este párrafo son una mera invención.

Es cierto que podría haber cedido a la tentación de vestir mis comentarios para darles más empaque, pero prefiero ser honesta y aceptar públicamente que no he estudiado el tema del fraude y que los trabajos revisados en este curso (ABAI 2) son novedosos para mí. No obstante, he hecho un pequeño rastreo en internet para tratar de localizar casos de fraude asociados con mi disciplina y, aunque no he encontrado ninguno relacionado con la literatura infantil ni la educación literaria (¿máxima honradez en el sector o lamentable invisibilidad?), sí he encontrado muestras en otras materias cercanas.

Así, entre sonados ejemplos de fraudes médicos, he recordado un controvertido caso que conocí cuando estudié pedagogía, una trascendente investigación con gemelos que llegó a demostrar le prevalencia del factor biológico sobre la educación en el desarrollo de la inteligencia: los estudios de Cyril Burt realizados entre 1943 y 1966.

C. Burt era un prestigioso psicólogo y biólogo genetista británico que basó sus trabajos en el estudio del coeficiente de inteligencia (IQ) de hermanos gemelos monocigóticos separados al nacer. Su hipótesis de partida era que si los coeficientes de los hermanos gemelos eran similares, y, por tanto, las diferencias educativas no habían repercutido en su desarrollo intelectual, se demostraría que la inteligencia tiene carácter hereditario. Este investigador publicó trabajos sobre 53 parejas de gemelos cuyos resultados corroboraban la hipótesis planteada.

Tras la muerte del honorable psicólogo, en 1972, el historiador L. Hearnshaw, que preparaba su biografía, consultó la correspondencia de Burt y su diario personal, y concluyó que solo los datos de los 15 primeros pares de gemelos correspondían a observaciones verídicas. A pesar de haberse descubierto el fraude, tal y como reconoció la propia Sociedad Británica de Psicología, sus seguidores trataron de rehabilitar su memoria sosteniendo que había sido víctima de un montaje político. Aún hoy, para algunos autores, el trabajo de Burt sigue siendo el principal argumento a favor de la transmisión hereditaria de la inteligencia.

Se trata, como puede verse, de un caso con mucha trascendencia por todas las conclusiones ideológicas que pueden derivarse de las teorías supuestamente demostradas, lo cual pone en primera fila la importante responsabilidad del investigador: si se abandona el rigor y la honestidad en la ciencia, se deja la puerta abierta al engaño y la especulación. Si no se respetan las reglas del juego, quizás la tierra, después de todo, termine siendo plana.


REFERENCIAS 

Arias-Gallegos, W. L. (2017). Errores o fraudes en la investigación psicobiológica infantil: el libro póstumo de Ernesto Pollitt. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud15(2), 1374-1377.

Bribiesca, L. B. (2005). La mentira, el engaño y el fraude en la ciencia. Acta Médica Grupo Ángeles3(3), 207-210.

Molano, J. (2015). Sobre el fraude científico. Revista del laboratorio clínico, 8, 1-2.

Slavovski, J. La ciencia sin máscaras: 1001 fraudes documentados en los últimos diez años. Nature, 2015, vol. 66, no 3, p. 15-41. [referencia inventada]

Comentarios

  1. Un caso muy interesante que desconocía... muchas gracias. Me hace preguntarme cuál sería el motivo último de este "prestigioso" investigador para publicar unos resultados falsos... ¿fama?, ¿orgullo personal?, ¿invitaciones a viajes-charlas-congresos?... Pero si me pregunto esto es porque no creo que los resultados contrarios hubieran sido menos interesantes. Si hubiera dicho "la inteligencia no tiene un caracter hereditario"..., ¿no tendría acaso el mismo valor, y además ahora no estaríamos juzgando su honradez?.
    Insisto, un bonito ejemplo.

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  2. Muchas gracias por compartir este ejemplo.
    Más allá de su teoría determinista de la inteligencia innata de origen genético, me ha interesado el test de C.I. que elaboró para el sistema británico de enseñanza. Dirigido a niños de 11 años, quienes lo superaban podían acceder a estudios secundarios que los llevarían a la Universidad, el resto tendría que dedicarse a otras tareas.

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  3. "no lo haré porque Slavovski no existe" maravilloso giro de guion ;-)

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